Hace más de un año algo en mí me pedía más espacio para estar conmigo, no solo espacio físico, sino silencio, cambiar de lugar. Había pasado más de un año de la pandemia y, esta alma movediza que soy, extrañaba el movimiento, tanto así que era necesario un viaje.
En una de mis meditaciones veía un espacio verde, amplio, lleno de naturaleza. Así que en abril del año pasado agendé un viaje a Cusco, específicamente a Urubamba, en el Valle Sagrado.
Era la 1er vez que iba, me hospedé en un hotel hermoso. Ahí empecé a descubrir que el silencio tiene sonido. Las hojas cantan, los pajaritos cantan, el viento canta. Esos días fueron no solo de respirar profundo, sino de ponerle una pausa a los pendientes del día a día, para así dejar que aparezcan los verdaderos pendientes: los que tenía conmigo.
En ese lugar hice mi retiro personal, mañanas de yoga, desayuno, caminatas, meditación. Todo el día observando los mensajes, señales, todo lo que desde mi interior estaba resonando y presentándose durante esos días.
Creo que ese viaje fue el inicio del aprendizaje más grande hasta ahora: Comprometerme conmigo, ello involucraba escucharme, sentirme, tomar decisiones desde el amor no desde el deber ser. Ello involucraba ya no taparme los oídos y ojos ante lo que yo realmente sentía ser.
De ahí, a este momento, todo ha cambiado. Y estoy agradecida por la persona que fui porque ella me llevó a donde estoy hoy y todo lo que puedo compartir.
¿Cuánto espacio haces para estar contigo?
¿Qué tal que hay más de ti que no te has permitido reconocer, recibir, disfrutar?
Por eso, este año me animé a hacer un último retiro de Yoga y Meditación justamente en ese maravilloso hotel: Willka Tika
Nos vamos del 12 al 14 de agosto. Serán 3 días y 2 noches con todo incluido. ¿Te gustaría darte el espacio? Escríbeme si quieres ser parte de este maravilloso viaje que haremos juntos.
Un abrazo,